La doctora Kathi Aultman sabe bien de lo que habla cuando se considera a sí misma como una asesina en masa, un término que ella misma ha asumido y que utiliza en sus charlas y exposiciones provida, como la que dio el pasado miércoles en un comité de la Cámara de Representantes de EEUU.
Durante su declaración, la doctora Aultman contó cómo se dio cuenta de lo equivocada que estaba, del error que supone llamar feto a los niños en el vientre materno y de lo que ahora le pesa su pasado.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahora«Le preguntamos (a una joven madre) si quería ver a su bebé y contestó ‘no, solo quiero matarlo'»
Aultman sigue así los pasos del doctor Bernard Nathanson (1926-2011), autor de más de 75.000 abortos, que cayó del caballo cuando vió a un bebé nonato en una prueba de ultrasonido, y se convirtió en un paladín de la causa pro-vida.
Esta exabortista cambió gracias a tres pacientes que acudieron a ella por sus servicios. La primera fue una chica que se sometió a su cuarto aborto, y lo hizo con una apatía que sorprendió a esta médico experimentada.
El segundo caso le resultó casi peor por la hostilidad de la futura madre. «Le preguntamos si quería ver a su bebé y contestó ‘no, solo quiero matarlo'», relata.
Y el tercer caso fue el de una madre con cuatro hijos, quienes no pararon de llorar durante todo el proceso.
«Lo que más me llamó la atención fue la apatía de la primera paciente» cuenta Aultman. «La hostilidad de la segundo y el dolor y la miseria de la mujer que sabía lo que era tener un hijo.
Me di cuenta de que el bebé era la víctima inocente de todo esto. El hecho de que el bebé no fuese deseado ya no era una justificación suficiente para mí para matarlo. Ya no pude hacer más abortos».
La propia Aultman, que también se ha sometido a un aborto, destacó la diferencia entre la felicidad de quienes eligieron la vida y tener a sus hijos, con respecto al trauma de quienes mataban a los suyos. «No creo que una mujer pueda permanecer indemne después de matar a su hijo».
Desde entonces esta médico se ha convertido en una luchadora por la vida, como demostró este miércoles ante el comité al defender una propuesta de ley que prohibiría los abortos en los casos de aquellos niños no nacidos cuyo corazón empiece a latir.
«Nuestra sociedad ha sido objeto de una propaganda extrema de los partidarios del aborto. Nos hemos vacunado»
Solo porque «no podemos ver en quién se convertirá, porque no le podamos ver, no se puede justificar el sacrificio de un bebé en el útero materno», declaró.
«Nuestra sociedad ha sido objeto de una propaganda extrema de los partidarios del aborto. Hemos ‘vacunado’ nuestro lenguaje para hacer que el aborto sea más agradable», insiste. Y pone un ejemplo.
Cuando ella era una abortista, reconoce que llamaba a los bebés fetos, y solo se refería a ellos como bebés cuando ya habían nacido.
«Los recuerdo diminutos pero perfectamente formados, con sus miembros, intestinos, riñones y otros órganos», relata la médico al referirse a los restos de algunos de sus abortos.
«Soy un asesino en masa», llegó a decir Aultman, una declaración dura y la vez un reconocimiento lleno de humildad de una profesional que ha usado la ciencia y la técnica no para sanar sino para matar.
Su testimonio supone una esperanza ante una ley que podría salvar miles de vidas en EEUU. Se trata de la Ley de Protección del Latido del Corazón 2017’ (Heartbeat Protection Act of 2017), que regula que los médicos deberán comprobar el latido del feto antes de llevar a cabo un aborto.
Y es que esta propuesta de legislación detendría casi todos los abortos al convertir en ilegal cualquier eliminación de un niño por nacer nada más su corazón empieza a palpitar, incluso en los casos de violación o incesto, informa LifeSite.
Los latidos cardíacos fetales comienzan a los 21 días de la concepción, y generalmente los padres pueden escucharlos cuando su hijo tiene entre seis y ocho semanas de embarazo.