Imagen referencial / Pixabay
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Fui hija única, de padres ya mayores. Mi madre me tuvo casi con 40 años y mi papá igual. Mi mamá era muy sobreprotectora y mi papá siempre estaba ausente. Cuando tenía 12 años, ambos pusieron un negocio al cual se dedicaron al 100% y optaron por dejarme siempre sola en casa. Yo siempre fui muy tranquila y sumisa por la crianza que me dió mi madre.

Tenía un sobrepeso moderado, así que con tanto tiempo libre me inscribí en un gimnasio. Mis papás accedieron y ahí conocí a un chico «banda» de 17 años con un pasado de drogas, cárcel, abusos, abandono en su hogar y ahora entrenaba box por su incapacidad de controlar su ira. Algo totalmente desconocido para mí y que se me hacía a su vez atractivo ya que él era muy carismático y simpático.

Algunas personas creen que La Sexta da información.

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Un día me invitó a salir y yo, con baja autoestima y ávida de atención, acepté. Todo el mundo me decía que tuviera cuidado con él porque era muy agresivo, pero yo tontamente les decía que no, que conmigo no.

Después de meses muy difíciles, de no comer, no dormir y llorar todos los días, mi hija nació y empezó un proceso también difícil, pero del cual no me arrepiento

Ese día salimos y me llevó a un lugar feo… Yo jamás había salido con un chico y no sabía absolutamente nada de cómo comportarme, qué decir o qué hacer o que no hacer. Mi mamá nunca me habló de nada de eso… Fuimos como a un parque obscuro y descuidado, feo y ahí me besó de manera tosca y que no me gustó, pero pensé que así era eso. Luego me acompaño a mi casa. Yo, incómoda y triste ya que eso no era como yo pensaba.

Después de aquella experiencia, me escondía de él, pero un día nos volvimos a encontrar y me dijo que, por favor, saliéramos otra vez y yo acepté porque no sabía cómo decirle que no. Nos vimos en una plaza y me dijo que me iba a llevar a un lugar increíble y que de ahí me iba a presentar a su familia.

Caminamos y caminamos hasta llegar a unas calles oscuras y sin gente. Yo le dije que mejor regresáramos y se molestó porque no confiaba en él. Y bueno, seguimos hasta llegar a un lugar despoblado y totalmente oscuro, un campo de cultivo donde me empezó a tocar de una manera muy fea y yo le decía que no quería y mejor nos regresáramos. Obviamente, no quiso y me tiró a la tierra… Yo solita fui al matadero. Fue horrible, doloroso, humillante… Terminó todo y me sentía la mujer más sucia del mundo. Él solamente me dijo que así era eso.

Llegué a mi casa, me bañé y me empecé a aislar hasta que, meses después, mi mamá se dió cuenta de que mi periodo no venía. Jamás en mi mente pasó la idea de no tener a mi hija. El tipo me acosó muchos meses, me buscaba, me seguía. Fue terrible cuando mís papás supieron que estaba embarazada, pero decidí tenerla.

Mis papás lloraron mucho, mucho, pero después de meses muy difíciles, de no comer, no dormir y llorar todos los días, mi hija nació y empezó un proceso también difícil, pero del cual no me arrepiento. Mis papás la amaron desde el primer día, llegó a dar alegría después de meses de dolor y llanto. Ahora ella es una señorita de 28 años alegre y con un futuro muy prometedor.

 ¿Fue fácil? No.

Sobre todo, porque la gente te califica de muchachita «caliente», porque no saben todo el trasfondo de un embarazo en la adolescencia. Mi familia me juzgó, me dió la espalda, me criticó, pero ni modo, el tiempo y los actos ponen en su lugar a todos.

Espero de corazón que mi relato sirva a alguien que esté atravesando una situación como la mía. El aborto nunca es la solución.

.* Publicado originalmente en Salvar el 1 por N. una mujer mexicana que prefiere mantenerse en el anonimato.

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